miércoles, 25 de febrero de 2015

Ojalá supieras que te escribo

Ojalá supieras que te escribo, 
que en cada suspiro que expiro
recordarte es mi alivio.

Ojalá supieras que te escribo,
que en cada palabra que digo
hay algo que tiene sentido.

Por eso te sigo y persigo
en cada sueño que vivo.

Por eso te escribo y te digo
que recordarte es mi alivio.


Liia'15

martes, 10 de junio de 2014

Sé coqueta



“Se coqueta” me decía mi madre siempre, “compórtate como una señorita”, “no pongas los codos en la mesa”, “siéntate recta”, “sonríe”… así hasta que fui creciendo y sus observaciones variaron: “haz el favor de arreglarte”, “píntate”, “te estás engordando mucho, ten cuidado”, “ni se te ocurra salir así a la calle”, “no comas tanto”…


Nunca entendí el porqué de tanta preocupación ni para qué iba a servirme ser “coqueta”, “sonreír” sin ganas o “pintarme”, nunca lo entendí. Llegó un momento en el que sin embargo alcancé a comprender cuál era la preocupación de mi madre. Vivimos en un mundo que rechaza todo aquello que se aleje de lo establecido como correcto, normal o deseable. Por eso desde pequeñas nos enseñan a ser lo más perfectas posible, lo más perfectas para poder llegar a ser amadas, porque ¿quién querría algo que se salga de los estándares si puede tener una perfecta y ordinaria mujer del montón? El amor intenta camuflar esta situación pues todos acabamos encontrando un día u otro a nuestra alma gemela, seamos como seamos, por mucho que se empeñe el mundo en que si no se es perfecto no se es merecedor de nada; la vida es así. Aun con todo, mi madre no iba tan desencaminada, la pura realidad es que incluso aquellos que confiesan estar enamorados se giran y asombran cuando pasa una mujer ejemplar, una mujer como Dios manda, una mujer como la sociedad demanda. Las revistas masculinas, que todo tipo de hombre consume, están repletas de mujeres estereotipo, mujeres que alguien en algún momento decidió que iban a ser un ejemplo del concepto de atractivo por y para siempre. Y no solo las revistas, internet y sus páginas para adultos lo están también. Estas referencias se convierten en una guía ejemplar de cómo debe ser una mujer deseable, qué cualidades debe poseer y cuáles no. Y este remolino que se retroalimenta una y otra vez  arrasando a su paso con todo lo que puede es un círculo vicioso que solo nosotros podemos romper. Hagámoslo.




Liia'14

domingo, 23 de marzo de 2014

Quién pudiera...



Quién pudiera hacer del mar su pasarela y andarla.

Quién pudiera correr por encima de este

persiguiendo el horizonte y perderse.

Quién pudiera de una charca hacer un pozo y dejarse caer.

Quién pudiera bajar de esta forma hasta los confines de la tierra;

cada vez más hondo, hasta el fondo.

Quién pudiera...


Celia Lucía

domingo, 16 de marzo de 2014

SOLEDAD



La soledad es algo a lo que nunca jamás nadie debería acostumbrarse. Es una sensación horrible e incluso, en según qué ocasiones, dolorosa.
La soledad no necesariamente se circunscribe a no estar acompañado, puedes estar rodeado de gente y sin embargo, más solo que nunca.
La soledad es gris, gris muy oscuro y es también una cárcel. Te encierra tras sus barrotes y te roba las palabras ajenas. En esa cárcel solo te puedes oír a ti mismo y el sonido de tus divagaciones se hace insoportable. Una y otra vez las mismas afirmaciones se repiten en tu cabeza, una y otra vez, y da igual cuanto las aborrezcas, no te vas a deshacer de ellas, no lograrás insensibilizarte; todas y cada una de las veces que las escuches llorarás, porque duelen y bastante.
Esa prisión también te roba cualquier posibilidad de recibir sentimiento alguno por parte de alguien que no seas tú. Cuando estás solo, no hay un alma que te quiera, nadie. La ventaja es, supongo, que tampoco hay quien te odie.
En la cárcel no hay luz, todo se presenta tenue, por lo que lo único que puedes llegar a ver es a tus pensamientos revoloteando cual mariposas por doquier. ¡Qué pesados! Y no lo digo porque sean repetitivos, lo digo porque pesan y mucho; demasiado. Te hacen sentir pequeña, insignificante y débil, te hacen llevar una carga que en ningún caso es sobre llevable, en ninguno. Así que sin querer te hundes poco a poco y hasta el fondo y vas dejando la superficie cada vez más lejos. ¿Y ahora cómo salgo? Esa es la pregunta y la respuesta… bien…, la respuesta no la conozco, lo único que sé es que la soledad es algo a lo que nunca jamás NADIE debería acostumbrarse, NUNCA.



Celia Lucía

viernes, 14 de marzo de 2014

Pero hazlo con fuerza, no te dejes caer.



Salta cuando no te queden más opciones, pero hazlo con fuerza, no te dejes caer. No dejes que nada te impida manejar tu vida como quieres, nada, porque te corresponde a ti dirigir el timón. 
En este viaje, que es la vida, vas a estar muchas veces acompañado, pero  la única persona que nunca va a bajarse de tu barco eres tú por lo que solo deberías depender de ti mismo. No te dejes llevar por la marea. Tú, y solo tú, puedes decidir cuándo se acaba el viaje; solo tú. Así que salta, salta cuando no te queden más opciones o cuando lo hayas decidido así (tú contigo mismo) pero hazlo con fuerza, no te dejes caer.





Celia Lucía

domingo, 16 de febrero de 2014

Solo empezaste a correr, no daba tiempo a más



Hay veces cuando llevas mucho tiempo corriendo detrás de algo que, quién sabe si por inercia o por costumbre, en vez de subir al tren que se acerca, sigues corriendo y te estampas. El porqué es fácil aunque no contente a nadie, te estampas porque al empezar a correr nunca te paraste a pensar cómo ibas a frenar cuando llegara el momento oportuno, porque en definitiva incluso se te olvidó el motivo de la carrera. Nunca creíste necesitar esa reflexión, pensabas que jamás alcanzarías aquel vagón, que nunca iba a estar tan cerca, así que, ¿para qué pensar más de la cuenta? Solo empezaste a correr, no daba tiempo a más.

Y ahora que se ha acercado ese tren a la velocidad de un relámpago te das cuenta de que tienes que hacer algo para subir o por el contrario lo perderás. Al final decides saltar y te tiras sin pensarlo si quiera de esa montaña tan alta, sin paracaídas, sin protección. La intención es coger el tren de tu vida, el tren que una vez soñando que existía perseguiste y que tras varios tropiezos olvidaste. Llevas mucho tiempo esperándolo, nada podría salir mal... 
Pero te estampas y yo conozco el porqué: solo empezaste a correr, no daba tiempo a más. 


Celia Lucía