domingo, 16 de marzo de 2014

SOLEDAD



La soledad es algo a lo que nunca jamás nadie debería acostumbrarse. Es una sensación horrible e incluso, en según qué ocasiones, dolorosa.
La soledad no necesariamente se circunscribe a no estar acompañado, puedes estar rodeado de gente y sin embargo, más solo que nunca.
La soledad es gris, gris muy oscuro y es también una cárcel. Te encierra tras sus barrotes y te roba las palabras ajenas. En esa cárcel solo te puedes oír a ti mismo y el sonido de tus divagaciones se hace insoportable. Una y otra vez las mismas afirmaciones se repiten en tu cabeza, una y otra vez, y da igual cuanto las aborrezcas, no te vas a deshacer de ellas, no lograrás insensibilizarte; todas y cada una de las veces que las escuches llorarás, porque duelen y bastante.
Esa prisión también te roba cualquier posibilidad de recibir sentimiento alguno por parte de alguien que no seas tú. Cuando estás solo, no hay un alma que te quiera, nadie. La ventaja es, supongo, que tampoco hay quien te odie.
En la cárcel no hay luz, todo se presenta tenue, por lo que lo único que puedes llegar a ver es a tus pensamientos revoloteando cual mariposas por doquier. ¡Qué pesados! Y no lo digo porque sean repetitivos, lo digo porque pesan y mucho; demasiado. Te hacen sentir pequeña, insignificante y débil, te hacen llevar una carga que en ningún caso es sobre llevable, en ninguno. Así que sin querer te hundes poco a poco y hasta el fondo y vas dejando la superficie cada vez más lejos. ¿Y ahora cómo salgo? Esa es la pregunta y la respuesta… bien…, la respuesta no la conozco, lo único que sé es que la soledad es algo a lo que nunca jamás NADIE debería acostumbrarse, NUNCA.



Celia Lucía

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