sábado, 23 de junio de 2012

Fin


Algún día tenía que explotar y ese al parecer fue el día. El salón de la casa, más pequeño que cualquiera de las demás estancias, se hizo en un momento el lugar más desesperantemente amplio del mundo. La habitación se llenó de cristales, astillas, lágrimas, gritos y golpes, muchos golpes. Las lágrimas de ira, de rabia y de impotencia se fundían en sus gritos, audibles a manzanas de allí. No veía a penas, no escuchaba nada, sus ojos estaban nublados y su oído anulado. La inercia le llevó a romper todo aquello que estaba a su paso, no le importaba ya nada, si dentro de ella misma todo era caos aparentar orden en el exterior se le antojó una acción perversa. Su angustia le empujo a golpear hasta el último rincón de su cuerpo contra los objetos que se le cruzaban por delante. Volaron vasos, platos, lámparas y botellas. La mesa central no se tenía de pie y las sillas caían rotas después de toparse con la pared. Se daba asco, le repugnaba su miserable existencia. Aquel sentimiento era poderoso, se la llevaba, la abducía y no le permitía razonar. ¿Pero cómo iba a hacerlo si lo único que podía era sentir como su corazón le pesaba cada vez más? La decepción llenaba cada recoveco de su cuerpo. Cuerpo que agotado y dolorido acabó cayendo encima de los vasos, platos, lámparas y botellas hechos añicos. Cayó como uno más de los objetos maltratados, rendida. Como objeto se limitó a soltar una lágrima final. La última. Nunca más volvería a sentir como el llanto la desbordaba, nunca más volvería a sentir en definitiva.

Liia'12

lunes, 11 de junio de 2012

Noches sin tic-tacs



Esas noches en que comes sin hambre cuando estás acostumbrada a ayunar. Esas noches en que los minutos van pasando y sin embargo tú ves el reloj parado. Esas noches en que abres un libro antiguo que nunca ha despertado tu atención e intentas leer algunas páginas. Repugnante lírica envasada en papel cutre que huele a polvo. Te aburres en la complacencia de una noche que además de triste parece no tener final, pero no te importa. Sabes que va a salir el sol tarde o temprano. Así que continuas leyendo viejos cuentos olvidados en esa estantería que ni recordabas que existía; jugueteas con las manos haciendo sombras en la pared; rompes cartas a pedazos y los lanzas por la ventana mientras intentas adivinar qué hace ese coche parado en medio de la calle… Cualquier cosa con tal de no pensar, cualquier cosa por superar una noche sin tic-tacs…


Liia'12

domingo, 10 de junio de 2012

Infinita empatía


Se ha roto en mil pedazos. Pedazos pequeños mezclados entre grandes. Solo de verlo ya duele. La empatía es infinita. Pero no puedo hacer nada. Nadie puede. No importa lo mucho que te esfuerces, esos trozos han dejado de ser lo que eran antes de caer. Como un niño me empeño en juntar las piezas resquebrajadas, pero no, no hay nada que hacer. Mi juguete está roto. Y el “ya compraremos otro” no sirve de mucho en el contexto adulto de un alma rota, tan rota como el juguete que sostiene entre sus manos a pedazos.


Liia'12

Confianza

Cuando parece que todo se encamina, vas tu y te tropiezas. ¿A fin de qué? te preguntas, pero ni si quiera el eco de esta calle fría y mojada podría responderte. Una a una las gotas empiezan a caer... poco a poco se aceleran y van empapándote de lluvia. Te has levantado de la caída pero no te sientes bien. Buscas tu reflejo en los charcos y en tu desesperación vuelves a tropezarte. Esta vez no te levantas, el húmedo fondo del charco en el que te encuentras te absorbe. Su fuerza es mayor que la de tus párpados que se rinden y caes en el más profundo sueño.

Al despertar ya no estás en un charco, estas en la cama, en tú cama, en su cama, en tús sábanas, entre sus brazos. Has vuelto a abrir los ojos un día más, te has levantado para seguir tu camino. Tu corazón late de nuevo y los escalofríos se han desvanecido. A tu memoria regresa el recuerdo de una vieja pesadilla que viviste hace algún tiempo. Pero solo consigue sacarte una sonrisa. Ahora ya no estás sola, podrías tropezarte tantas veces como quisieras pues sabes dónde acabaran tus pasos y quién estará ahí siempre para levantarte y no dejarte caer nunca.




Liia'12