Hay días en los que no tendría que sonar el despertador y
nuestro cuerpo tendría que seguir descansando sin necesidad de abrir los ojos o
de cambiar de postura. Hay días que no
vale la pena vivir. Son insustanciales o sin embargo, duelen. Hay días en que
ni si quiera el sol tendría que molestarse en salir, ni si quiera el sol.
Esos días dan asco y no tendrían que existir. ¿Tenemos que
vivir momentos absurdos para poder valorar los momentos especiales? Yo creo que
no, el dolor no es un requisito imprescindible para la felicidad. Es más, se
contradicen. No y punto.
Liia'11
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