martes, 27 de marzo de 2012

Habría ido

Hoy he ido a verte y no estabas. Qué raro. Siempre que quería encontrarte lo hacía ahí. Quizá me he perdido, quizá todo ha cambiado, quizá, olvidé el camino... No me pediste nada la última vez que nos vimos, y lo hubiera hecho, habría ido. A dónde me pidieras sin dudar un segundo, a ciegas. Pero no me pediste nada y ahora esa misma nada es lo que queda.





Liia'12

Las paredes nunca son agradecidas


Las personas que te piden que demuestres algo para dar un paso, solo necesitan convencerse de que son capaces de hacer aquello que quieren pero no se atreven. O eso, o están tan inseguros frente a la situación que ven acercarse por el horizonte que prefieren ocultarse. Pretenden esconder su miedo detrás de una máscara de egocentrismo y victimismo realmente espectaculares, pero es muy fácil ver que su necesidad de pruebas viene dada por su inutilidad para pensar por si mismas, para decidir sobre lo que quieren o no quieren hacer.
¿Demostrar el qué? ¿Qué sabes satisfacer los deseos de alguien sin importar tu opinión? Eso es fácil y pedirlo es estúpido porque no recibirás nada más que complacencias necias sin sentido alguno.
Dentro de mi indignación, también he cambiado mi opinión en otro aspecto. Un adiós a tiempo es necesario. Luchar por luchar, andar contra una pared… ¿Para qué? Si las paredes nunca son agradecidas…


Liia'12

jueves, 22 de marzo de 2012

Perderlo sería morir


Hoy os traigo una entrada algo extensa. Me ha dado por ahí. He ido abriendo documentos al azar y me ha aparecido este, una micro novela un tanto extraña, inspirada en un clásico de la literatura que pocos conoceréis pero que basaba su genialidad en estructurar la obra en pequeñas historias con moraleja que respondían a las dudas del Conde Lucanor. Por supuesto, no le llega ni a la suela de los zapatos, ni si quiera tiene la intención de hacerlo. Contiene alguna parte pastelosa,(aviso para navegantes que se marean con facilidad), si no estáis preparados, mejor no lo leáis.


Soy una mujer independiente, con valores claros e inquebrantables. Una mujer hecha y derecha como diría mi madre. Sí, soy como las mujeres que salen en las películas, esas que viven solas, comen solas, trabajan a todas horas y si sobra tiempo se relacionan con alguna especie de hombre enamoradísimo al que no hacen mucho caso. La última parte quizá no es exactamente así, pero lo fue en alguna época de mi vida.
Este es el diario de una mujer enamorada, una mujer que odia a muerte sus instintos pero vive de ellos, una mujer que a pesar de todo lo que esconde, ama con pasión, odia con poca asiduidad y persigue siempre y por encima de todo aquello que quiere, hasta conseguirlo, pues prefiere morir intentándolo.

Capítulo I Hablando del destino

Debo reconocer que mi presentación ha sido épica, dramática y heroica, muy a mi estilo. Siempre se me ha dado de miedo extrapolar sentimientos ajenos y hacerlos más extraordinarios que en su contexto inicial, así como dotar la vida entera del dramatismo típico de una novela de amor. Después de un arduo trabajo de concienciación, observación y análisis de las actitudes humanas, creo que ha llegado el momento de explicar lo que pienso. No tengo claro a quien, supongo que a quien el destino decida cruzar con este diario.
Con catorce años mi vida se topó con dos de las personas que serían más importantes en mi vida, dos personas que nunca consideré que pudieran serlo hasta que lo fueron. El destino es así de caprichoso, casi como yo y cuando quiere que algo pase, pasa. Y pasó.
Le vi una tarde de verano en la calle Grande, a contra luz, no comprendo aún cómo pude reconocerle pues la calle está orientada en función del sol y recoge los últimos rayos del día cegando a los turistas que transitan por esos viejos adoquines y a mí esa misma tarde. Al acercarnos pude verle y asegurarme de que no estaba equivocada. A pesar de todo lo que había cambiado, seguía siendo el mismo. En aquel momento mi mente viajó cuatro años atrás sin motivo alguno y volví a recordar aquel verano en el que le vi por vez primera. Su pelo corto ya no era corto, ahora tenía una gran mata de pelo rizado muy negro. Sus facciones parecían mucho más marcadas. Sus labios escondidos bajo la barba que poblaba sus mejillas se dejaban entrever iguales que años antes. Su sonrisa era también la misma.
Los días pasaban y se hacían cada vez más cortos. El invierno se acercaba peligrosamente y yo no podía hacer otra cosa que pensar en cómo se podría parar el tiempo o hacerlo lento sin más, o en vistas de no poder lograrlo, simplemente volver atrás, a esos días en que se siente el olor del verano, esos días en que empieza la aventura. Pero por mucho que pensase no se me ocurría modo alguno. Podría utilizar una especie de reloj mágico o inteligente, que solo mediante un giro de sus agujas me devolviera mis días de verano… Supuse que era imposible pero a pesar de ello, como siempre, estaba segura de poder conseguirlo si me lo proponía. Las mañanas pasaban en la tranquilidad más absoluta de una piscina comunitaria y las tardes entre el jaleo de la calle y la calma del campo. Me encontré con él unas tres veces más antes de que el invierno cerrara las puertas de la piscina y me hiciera la maleta para volver a casa.
Tuvo que pasar un año para volverle a ver, pero entonces sería la vez definitiva. El destino se puso de mi parte, me hizo caso y por fin conocí a la persona más importante de mi vida. Sin duda aquel fue uno de mis mejores veranos. El verano en que, como siempre todo era posible, y además no estaba sola. Siempre recordaré su risa idiota, sus comentarios estúpidos y sus ojos. Sus ojos grandes, marrones y muy muy brillantes. Fueron ellos quienes me enamoraron. Entraron por mis pupilas hasta llegar al corazón y lo dejaron sin habla y sin dueña. Enamorada de sus ojos viví momentos irrepetibles, momentos de esos que más adelante querría recuperar fuera como fuera, con o sin máquina del tiempo.
El destino quiso que el cuento de hadas durase lo justo como para marcar mi vida y dejarme a solas con mi inexperiencia y mi falta de confianza. Estaba segura de no poder encontrar otros ojos marrones como aquellos, tan brillantes, especiales y tan suyos. Su olor me perseguía a todas partes, ese olor que me embriagó y me hizo adicta a él. Creía morir cuando recordaba lo cerca que había estado de ser feliz para siempre y lo fácil que perdí esa oportunidad. Creía morir cada vez que mi mente repetía su nombre y él se presentaba en mis sueños, noche tras noche.
Consiguió hacer que creyera en algo en lo que ni si quiera él creía, en el amor más puro y sincero que nunca pude imaginar. Sin duda cuando digo que me marcó ni me equivoco ni exagero.
Contra todo pronóstico escribo estas líneas hoy para concienciar a quien sea que lee sobre el peligro de no valorar lo que se tiene, de no saber ver lo que nos importan las personas que nos rodean. Una mujer como yo, independiente, adulta y cuerda después de muchos años ha comprendido que esforzarse por lo que queremos conseguir no es para nada más importante que esforzarse por aquello que ya tenemos. Nunca tuvimos aquello que queremos tener, por lo que no lo echaremos de menos. Lo que nos hace felices hoy en día es un tesoro difícil de olvidar y al que es imposible renunciar a pesar de que muchos no sepan o quieran darse cuenta; perderlo sería morir.





Liia'12

domingo, 18 de marzo de 2012

Me he enamorado

Me he enamorado de un poema. Podría leerlo mil quinientas 
veces y mil quinientas veces sentiría ese mismo cosquilleo.
Lewis Carrol fue un genio, mi genio favorito.
 
 Three Sunsets
 
He saw her once, and in the glance
A moment's glance of meeting eyes,
His heart stood still in sudden trance
He trembled with a sweet surprise-
All in the waning light she stood
The star of perfect womanhood

That summer eve his heart was light
With lighter step he trod the ground
And life was fairer in his sight
And music was in every sound
He blessed the world where there could be
So beautiful a thing as she

There once again, as evening fell
And stars were peering overhead,
Two lovers met to bid farewell:
The western sun gleamed faint and red
Lost in a drift of purple cloud
That wrapped him like a funeral shroud

Long time the memory of that night-
The hand that clasped, the lips that kissed,
The form that faded from his sight
Slow sinking through the tearful mist -
In dreamy music seemed to roll
Through the dark chambers of his soul.
So after many years he came
A wanderer from a distant shore:
The street, the house, were still the same,
But those he sought were there no more;
His burning words, his hopes and fears,
Unheeded, fell on alien ears.

Only the children from their play
Would pause the mournful tale to hear,
Shrinking in half-alarm away,
Or step by step would venture near,
To touch with timid curious hands
That strange wild man from other lands.

He sat beside the busy street
There, where he last had seen her face;
And thronging memories, biiter-sweet
Seemed yet to haunt the ancient place :
Her footfall ever floated near:
Her voice was ever in his ear.
He sometimes as the daylight waned
And evening mists began to roll
In half soliloquy complained
Of that black shadow in his soul
And blindly fanned with cruel care
The ashes of a vain despair.

The summer fled; the lonely man
Still lingered out the lessening days;
Still as the night drew on, would scan
Each passing face with closer gaze,
Till sick at heart he turned away,
And sighed, "She will not come today".

So by degrees his spirit bent
To mock its own despairing cry
In stern self torture to invent
New luxuries of agony,
And people all the vacant space
With visions of her perfect face.

Then for a moment she was nigh;
He heard no step, but she was there;
As if an angel suddenly
Were bodied from the viewless air,
And all here fine ethereal frame
Should fade as swiftly as it came.

So half in Fancy's sunny trance,
And half in Misery's aching void,
With set and stony countenance
His bitter being he enjoyed,
And thrust for ever from his mind
The happiness he could not find.

As when the wretch in lonely room
To selfish death is madly hurled,
The glamour of that fatal fume
Shuts out the wholesome living world -
So all his manhood, strength and pride
One sickly dream had set aside.

Yea brother and we passed him there
But yesterday, in merry mood
And marvelled at the lordly air
That shamed his beggar's attitude
Nor heeded that ourselves might be
Wretches as desperate as he

Who let the thought of bliss denied
Make havoc of our life and powers
And pine in solitary pride
For peace that never shall be ours,
Because we will not work and wait
In trustful patience for our fate.

And so it chanced once more that she
Came by the old familiar spot;
The face that he would have died to see
Bent o'er him, and he knew it not;
Too rapt in selfish grief to hear,
Even when happiness was near.

And pity filled her gentle breast
For him that would not stir nor speak;
The dying crimson of the West
That faintly tinged his haggard cheek,
Fell on her as she stood, and shed
A glory round the patient head.

Ah, let him wake! The moments fly;
This awful tryst may be the last;
And see, the tear that dimmed her eye
Had fallen on him e'er she passed -
She passed: the crimson paled to grey
And hope departed with the day .

The heavy hours of night went by,
And silence quickened into sound,
And light slid up the eastern sky,
And life began its daily round.
But light and life for him were fled:
His name was numbered with the dead.
 
Lewis Carroll 


Liia'12

jueves, 15 de marzo de 2012

La racionalidad me mata

Sentado en la sombra de los árboles de todos los bosques del reino. EL último rincón del mundo en el que aún hay silencio... Lugar para el diálogo conmigo mismo, interno, intento volver a hablar después de tanto tiempo. Pero solo sé ladrar porque no encuentro las palabras que ayer dejé escondidas por el miedo a pronunciarlas. Viste mi cara y no te supe decir nada y es por eso, que me despido en esta carta.
Shinoflow - Bosque Adentro



Liia'12

miércoles, 14 de marzo de 2012

Maravillas



Quiero destruir las horas que me hicieron feliz un día y de rebote me matan ahora. Quiero dejar de caer, me cansé hace ya un tiempo. En efecto, fui yo quien me tiré como Alicia siguiendo al conejo. Pero ya no quiero más seguir a ese conejo y a su reloj, ya no quiero oír su tic tac tan cerca. Que el tiempo pasa; ya lo sé. No me hacen falta orugas sabias que me hagan replantearme quien soy. Sé quien soy aunque no esté segura nunca. Como el sombrerero loco: felicito los no-cumpleaños, canto canciones sin sentido y bebo mucho té. 
Sin duda alguna, me quedo con el gato de Cheshire y con su sonrisa, me la quedo para siempre.


Liia'12

lunes, 12 de marzo de 2012

Papilla dadaísta


Una papilla, la vida es una grasienta, pegajosa y densa papilla llena de grumitos estúpidos que como tú morirán algún día ahogados. Un asco vamos, algo por lo que hay que pasar por obligación y que produce muchas y continuas nauseas. O te acostumbras a su sabor o te mueres de hambre.
Muchos de los grumos que comparten papilla contigo te dirán que no vales para nada, que eres una mierda básicamente. Pero serán solo aquellos que te tengan envidia o que te quieran más de lo que se atreven a demostrar. Desprestigiar es la manera más fácil de amar.
Sigue nadando en esa especie de mar eterno obviando a los valientes que te insultan para no mostrarse débiles o párate y deja que la grasienta, pegajosa y densa papilla te lleve, ese es mi consejo. 



El dadaísmo, ese arte destructor que alivió tantas almas truncadas

Liia'11

viernes, 9 de marzo de 2012

El mundo se ha vuelto loco


El mundo se ha vuelto loco, y yo con él. Y así una y otra vez. Día sí y día también. Es lo que tiene preocuparse por entender la vida en vez de vivirla. Aun con todo no puedo dejar de analizar la reacción de las personas que me rodean y la mía propia en prácticamente todas las situaciones que me dejan tiempo para pensar. Me he vuelto loca, loca de remate, chiflada, majareta… Pero ya se sabe, a veces la única respuesta sensata frente a un mundo loco es perder la cordura. Y soy muy adicta a los “a veces”.



Liia'12

jueves, 1 de marzo de 2012

AMARgura


Amar, ese verbo que siempre funciona de forma dispar. Que nunca va junto en el tiempo. Que une y desune a su antojo. Que hace que dos almas se separen quedando una siempre truncada, pues en su disparidad el amor olvidó igualar los tiempos.
Qué descuidado sentimiento, que alocada pasión…

Liia'12