viernes, 10 de junio de 2011

Dejé de creer en cuentos de hadas...

Dejé de creer en cuentos de hadas, cuando empecé a escribirlos… Pero hasta entonces, creía firmemente en la posibilidad de ser infinitamente feliz. Estaba segura del poder de la magia. Hoy no es que no crea, simplemente mantengo una posición agnóstica en ese sentido. 

 Sé que después de la tormenta, viene el sol, pues nada es infinito, y para eso no necesito una canción que me lo recuerde. Pero aun con todo, también sé que por mucho que haga sol donde yo me encuentro, otras partes del mundo siguen a oscuras. Y la oscuridad asusta aunque estés a millones de kilómetros. Por eso es bueno tener siempre a mano una vela, que si mucha luz no acaba dando, siempre puedes pedir un deseo y apagarla.


Hacer relatos me enseñó que la literatura es puro sueño y escribir es seguir soñando después de haberse levantado de la cama. Es una de las mejores sensaciones del mundo, escribir para soñar, soñar leyendo lo escrito y descansar entre sueños de nuevo. Una gran forma de vivir, aunque hoy en día no sirva de nada.



Liia'11

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